Con gran expectativa esperábamos a Rafael Nadal en Argentina. Todos, me incluyo entre periodistas, profesionales del tenis y público en general siempre nos alegra y emociona poder ver en nuestras tierras a una leyenda de las canchas de polvo de ladrillo, a alguien que ya ha dejado una huella imborrable en la historia del tenis actual y por el resto de los tiempos.
Sabíamos que el momento del español no era del todo bueno a la luz de lo que se vio en el Abierto de Australia, dudas, conjeturas, saber de su estado de ánimo y por sobre todas las cosas verlo dentro de las canchas.
De mi experiencia profesional y a lo largo de todos estos canchas de haber trabajado tanto dentro( como coach) como fuera de las canchas (como prensa) el lenguaje corporal de un jugador a mí me dice muchas cosas. Y lo que noté es a un Rafa Nadal incómodo, con muy pocas sonrisas, tenso, dubitativo en sus respuestas en sala de prensa, y con falta de confianza dentro de la cancha. En especial esto último es a lo que Nadal no nos tiene acostumbrado, siempre tan decisivo, tan dominador del juego sobre polvo de ladrillo, pero esta versión Nadal 2016 no fue la de otras ocasiones.
Rafa e se cansó de decir que relativizaba es te momento ya que le ocurrió lo mismo en el 2013, por ejemplo y después levantó y tuvo un año impresionante, pero bueno, los años pasan y muchas veces esas levantadas son cada vez más difíciles. Si nos basamos en cada partido, tuvo un desempeño correcto contra Mónaco en octavos de final, muchos altibajos en cuartos contra Lorenzi y lo mismo le ocurrió ante un gran rival como Dominic Thiem.
Habrá que esperar unas semanas, veremos si el español pone en funcionamiento todos sus motores en especial en la temporada de canchas duras en Estados unidos, pero no se será nada fácil, porque como dije antes los años pasan y al cuerpo no se le puede mentir
Leo Canaparo
Nota de redacción