Sigo el tenis como un fanático más o mejor dicho, como el más fanático, desde que era un niño. El tiempo y mi profesión, fueron convirtiendo ese fanatismo en algo más pensado, o tal vez aprendí a verlo con una evaluación más amplia y razonada Por eso es que disfruto siguiendo a los juveniles, o juniors, como se dicen en otras latitudes, para ir adelantando mi visión de aquellas figuras que tendrán un nombre en el tenis internacional. Estuve en noviembre pasado en el Masters juvenil en Buenos Aires que clasificó a varios chicos para jugar el Orange Bowl torneo de tenis para jóvenes de entre 10 y 18 años en varones como en niñas. En aquella oportunidad comenté en los medios que trabajo que había algunos nombres de chicos argentinos que me habían sorprendido: entre ellos Juan Manuel Cerúndolo y Axel Geller, quienes en diciembre ganaron el torneo de Miami.
Por eso sigo de cerca el Orange Bowl y TENNIS7 tuvo hasta un enviado que presencio los partido y me trajo muy buenos datos. Mas allá de los títulos argentinos me llamaron atención dos temas: lo primero fue que dos jóvenes coreanos llegaran a la final de varones sub 16. Hace algunos años visitando Academias de tenis de la Florida me llamó la atención la cantidad numerosa de chicos orientales que las poblaban. En esa oportunidad me llamó la atención porque ellos siempre se hacen notan porque estaban los chicos, los padres, los hermanos, todos allí en las canchas El comentario que escuchaba en ese momento es que «vienen con mucho dinero y pagan costosas rutinas de entrenamiento, por eso hay tantos», yo me dije en esa oportunidad, «¿ alcanza esto para formar a un jugador?». Países como China, Tailandia y Corea no tienen tradición tenística y a los chicos de esos lugares le gustan otros deportes. me parecía imposible «hacer » un campeón solo con la fuerza que dan las economías florecientes de esos países. Pero el tiempo me dijo que estaba equivocado ya que el Orange Bowl estuvo plagado de chicos orientales queriendo ser las futuras estrellas del tenis en un mundo que globalmente esta casi quebrado, estos países pican en punta y con la fuerza de los billetes pueden pagar todo.
El otro aspecto que me sorprendió fueron las nuevas «estrellas estadounidenses», lean estos nombres: Francis Tiafo, Stefan Kozlov y Claire Liu. No suenan muy «norteamericanos» que digamos, en lo personal me causó gracia escuchar que estos chicos son las figuras que asoman para el tenis de ese país. Sentí como que la USTA, la Federación de tenis de los Estados Unidos, quisiese colgarse de cualquier chico con talento, no importa de donde venga, para ellos » es nuestro» es «americano». Se me vino a al a mente el fallido intento que la USTA hizo queriendo sumar al argentino Andrea Collarino como propio. Esto me suena a más de lo mismo. Parece que la orden es buscar campeones de donde sea, adoptarlo y que sea nuestro, “ pongámosle el cartelito de (USA) al lado de su apellido”, lo antes posible con el poder de una federación con millones de dólares para invertir.
Algo similar ya ocurre en otros deportes, como el futbol, por ejemplo, en que los equipos europeos compran niños en Sudamérica y después quieren que jueguen para sus selecciones. No pensé que esto podía llegar a pasara en el tenis, pero está empezando a ocurrir.
Nota Editorial
Leo Canaparo