El surcoreano Lee Duck-hee, de 18 años, hipoacúsico de nacimiento, se ha convertido en la revelación del Abierto de Australia de tenis.
Lee Duck-hee ocupa el puesto 143 del ranking mundial y en el torneo australiano jugó la clasificación ganando dos partidos y cayendo en el tercero para ingresar al cuadro principal. Entre sus derrotados está el ascendente argentino Nicolas Kicker.
Lee rompe la historia del tenis profesional ya que ningún otro jugador hipoacúsico alcanzó tan alto en el tenis, pero para Lee todavía su techo esta lejos. El surcoreano juega contra sus rivales y contra la imposibilidad de escuchar el golpe a la pelota de su adversario, cosa importante para reaccionar en busca de ese tiro de manera correcta.
Es importante escuchar el sonido de la pelota porque ayuda a descifrar que efecto trae generado por su rival, con que potencia, si la golpeó correctamente o si su rival falló y no le «pego limpio», es decir que el escuchar es algo primordial; pero Lee corrige esto con una gran concentración y visión de la bola.
Las investigaciones demuestran que los humanos reaccionamos más rápidamente a un estímulo auditivo que a uno visual. Según los estudios compilados el año pasado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, el tiempo de reacción promedio a un estímulo visual es de 180-200 milisegundos, mientras que ante un estímulo auditivo es de 140-160 milisegundos.
Les sucede a los jugadores sordos que cuando cuando se acostumbrar a jugar con el implante coclear les cuesta muchísimo jugar sin el, ya que no sienten ni sus impactos ni los de su rival, y esto los frustra.
Andy Roddick, tenista norteamericano y ex número uno del mundo, dijo que su primera reacción está en el oído, “La potencia con la que el otro le pegó a la pelota se escucha. Si le pegan fuerte y plano, el sonido es seco, como un corcho. Eso llega primero, antes que la imagen. Para jugar a muy alto nivel, hay que oír claramente la pelota”.
El actual número uno del mundo, Andy Murray se quejó en el Abierto de los Estados Unidos del nuevo techo del estadio Arthur Ashe. “Para jugar usamos nuestros oídos, no sólo los ojos. El oído nos ayuda a captar la velocidad que trae la pelota, la curvatura, la potencia del golpe”, señaló el jugador. “Si me obligaran a jugar con tapones en los oídos o con auriculares, mi contrincante tendría una enorme ventaja”, agregó.
La española Garbiñe Muguruza, campeona de Roland Garros en el mismo torneo de Estados Unidos se quejó del ruido que producía la gente en el estadio con el techo cerrado y que esto no la dejaba concentrarse o poder escuchar la pelota.
Lo extraordinario de Lee es su capacidad de anticipación. Woo, su entrenador, “Parece que supiera de antemano cómo voy a pegarle a la pelota. No es que lo adivine: más bien parece que me leyera el pensamiento.”
Lee sueña con ser el número uno de la clasificación mundial, y el mejor jugador de la historia de Corea del Sur, por lo cual deberá superar a Lee Hyung-taik, quien en 2007 llegó a ser el número 36 y ganó un título de singles del ATP.
Lee no cree que su discapacidad lo perjudique ni sus 1,75 metros de altura, que es poco para la media actual de 1,83 metros de sus rivales, porque le sobran ganas, concentración y por sobre todas las cosas mucho coraje.
Nota editorial
Leo Canaparo
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